Este es un fragmento de un texto escrito por Pier Paolo Pasolini en mayo de 1968 sobre unos disturbios acontecidos en Italia a raíz de las movilizaciones que se estaban dando en las universidades reivindicando una mayor democratización de la universidad. Pasolini fue militante del Partido Comunista Italiano (PCI) hasta que fue expulsado de este por ser homosexual.
Mi hermana y yo fuimos los primeros de mi familia en ir a la universidad. Ni mis papás, ni mis abuelos habían ido antes. Si es verdad que una de mis tías sí, y en la familia se contaba como algo extraordinario y anecdótico. Cuando fui a la universidad, las únicas referencias que tenía sobre cómo iban a ser las cosas que me iban a pasar allí era mi hermana.
En la universidad fue de las primeras veces que me di cuenta que era clase trabajadora. No tanto por lo que iba leyendo, sino por mis vivencias personales. Menos en un ámbito de mi vida, para mí era normal ver gente en mi alrededor que se moviera en transporte público, que no hubiera salido de España o que sus padres no hubieran ido a la universidad. Hasta ese momento que descubrí que el raro, empezaba a ser yo. Lo raro era que tus padres no hubieran ido a la universidad, que no hubieras leído todos los clásicos del canon de Harold Bloom o que no hubieras visto toda la filmografía del cine polaco.
Uno de los sostenes ideológicos de esta clase media venida a menos pero con un gran capital cultural como diría Bourdieu, es la meritocracia. Es la idea a través de la cuál legitiman sus éxitos. Ellos creen que gracias a su esfuerzo y sacrificio han conseguido más que tú, y merecen más que tú. Solo con hacer un ejercicio de análisis, de las mejores notas de la carrera solo un chico y yo éramos los únicos que nuestros padres no habían ido a la universidad. Esto puede parecer una tontería, pero cuando uno va a una carrera con un Porsche o con un Skoda por muchas mejoras que le meta al coche la diferencia se nota.
Más allá de estas disquisiciones de resultados académicos que no me importan demasiado, lo peor que te puede pasar es que además sean progresistas o crean en la nueva ideología de turno. Pendencieros moralistas, te dirán qué hacer o cuál es tu hábito de consumo a mejorar desde su iPhone o te hablarán de su trabajo de verano como si hubieran recogido cobre en las minas chilenas. Lo peor de esto es que muchos de ellos ni viven ni dejan de vivir, a no ser que veas todo por sus lentes revolucionarias.
He oído de la boca de mucha gente que cómo me podía ir a América Latina, que las becas no daban para tanto y que probablemente estuviera ocultando mis orígenes. El ladrón cree que todos son de su misma condición. Si bien hay muchos que con boca pequeña dicen que sus padres son fiscales, funcionarios, profesores de universidad o artistas, no me avergüenzo lo más mínimo de decir que provengo de padres de clase trabajadora y de abuelos exiliados por la guerra.
Que flojas son las costuras de la clase media, que creen en el ascensor social y en la igualdad, pero solo si no te va mejor que a ellos y si no aspiras a sus espacios de poder ideológico. Prepárate porque aparte de que es imposible, y no hay que aspirar a ellos, van a usar todas sus herramientas para encargarse de que no llegues y de que si llegas no molestes.
Su lógica se reduce a que lo demás es malo menos cuando lo hago yo. Las contradicciones son reaccionarias menos las suyas, el rentista es malvado, menos si ese dinero me lo dan mis papis para gastármelo en Malasaña, y el estado capitalista es lo peor, menos si es el que me va a dar de comer en unos años hasta que me jubile.
Toda generación necesita su mayo del 68, y cada uno que surge viene siendo más patético y con menos gracia que el anterior. Lo único que cambia es la tribu, porque en muchas ocasiones ni el outfit ni la música. El chándal de Adidas de 100$ y el peto vaquero histórico de la clase trabajadora utilizada por niñatos que buscan en debates del siglo pasado las respuestas que no saben dar a los problemas actuales. La incapacidad analítica se suple con que esta es suficiente para superar la estupidez mínima que hay que tener para publicar un paper. Revolucionario de paper los llaman.
Porque no los conocen y porque no los viven lo más cercano que han estado de un barrio de clase trabajadora es para hacer una etnografía. Han militado en sindicatos de vivienda porque a ellos le han subido el alquiler y tontean con el comunismo para jugar al jueguito de ser revolucionario frente al conservadurismo de su origen. Como el agua vuelve a su cauce, también volverán a su redil. Más pronto que tarde, verán a muchos profanar soflamas revolucionarias en mítines mientras espetan que hacen que lo que pueden que la correlación de fuerzas no da para más. Mientras tanto para la mayoría, no entenderemos ese juego estúpido al que han estado jugando y juegan porque la vida nos va en ella.
En Argentina no es igua la composición social de quienes van a la Universidad Pública.Aunque los q quedan claramente son los que tienen una clase media detrás... Pero sí cuando salen... se olvidan que comieron pan y paté varios años para titularse. Gracias
Ah, mirá, es la primera vez que leo sobre esto, che. Debe ser un buen momento donde se financia muchísimo la universidad pública. Sos realmente un diferente, seguro te vayan a buscar como Pasolini.